
TANGO
El Tango nació en los pobres arrabales rioplatenses. Fue ascendiendo social y culturalmente con el aporte de las clases altas de Buenos Aires y Montevideo que bajaban a divertirse en los humildes barrios, donde se fueron creando pensiones, milongas y luego academias en las que se bailaba al son de orquestitas de los más variados instrumentos: guitarras, violines, flautas y hasta tambores.
Así el tango llegó a París, en una etapa de gran rigor profesional, de la mano de músicos, poetas y bailarines cada vez más cultivados, y de un nombre referencial en la historia de este arte rioplatense: Carlos Gardel.
Fue este el hito más importante en la transición de la música popular, desde sus iniciales canciones criollas de origen y temática campesina hasta el tango canción, los valses, las milongas ciudadanas, creaciones artísticas de muy ricos y variados a fuentes como habaneras, canzonettas italianas, diversas formas folclóricas sudamericanas y óperas.
Es precisamente en esta etapa cuando la música ciudadana rioplatense se enriquece, no solo con los aportes de músicos de formación académica y de poetas que llegan de la más culta literatura universal, sino también de bailarines profesionales que han creado escuelas y estilos marcadamente diferenciados en ambas ciudades rioplatenses.
Uno de sus poetas, Enrique Santos Discépolo, sostuvo que “el tango es un pensamiento triste que se baila”. Las intensidades de este vasto y colorido universo musical, poético y sobre todo bailable han hecho renacer el género ante los públicos del mundo, una vez más.
Otra ascensión, pero esta vez desde las piernas con medias caladas o el pie de botín lustrado hasta la mente atenta y el corazón sensible en el abrazo atemporal e intergeneracional que experimenta el género.
La designación como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad por la UNESCO confirma que el Río de la Plata es un callejón de agua con dos esquinas de tango: Buenos Aires y Montevideo.
Fuente: MEC

"No basta con tener la voz más melodiosa para entonar un tango. No. Hay que sentirlo, además. Hay que vivir su espíritu."